El clima como bien
común
23. El clima es un bien común, de todos y para
todos. A nivel global, es un sistema complejo relacionado con muchas
condiciones esenciales para la vida humana. Hay un consenso científico muy
consistente que indica que nos encontramos ante un preocupante calentamiento
del sistema climático. En las últimas décadas, este calentamiento ha estado
acompañado del constante crecimiento del nivel del mar, y además es difícil no
relacionarlo con el aumento de eventos meteorológicos extremos, más allá de que
no pueda atribuirse una causa científicamente determinable a cada fenómeno
particular. La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de
realizar cambios de estilos de vida, de producción y de consumo, para combatir
este calentamiento o, al menos, las causas humanas que lo producen o acentúan.
Es verdad que hay otros factores (como el vulcanismo, las variaciones de la
órbita y del eje de la Tierra o el ciclo solar), pero numerosos estudios
científicos señalan que la mayor parte del calentamiento global de las últimas
décadas se debe a la gran concentración de gases de efecto invernadero
(anhídrido carbónico, metano, óxidos de nitrógeno y otros) emitidos sobre todo
a causa de la actividad humana. Al concentrarse en la atmósfera, impiden que el
calor de los rayos solares reflejados por la tierra se disperse en el espacio.
Esto se ve potenciado especialmente por el patrón de desarrollo basado en el
uso intensivo de combustibles fósiles, que hace al corazón del sistema
energético mundial. También ha incidido el aumento en la práctica del cambio de
usos del suelo, principalmente la deforestación para agricultura.
24. A su vez, el calentamiento tiene efectos sobre
el ciclo del carbono. Crea un círculo vicioso que agrava aún más la situación,
y que afectará la disponibilidad de recursos imprescindibles como el agua
potable, la energía y la producción agrícola de las zonas más cálidas, y provocará
la extinción de parte de la biodiversidad del planeta. El derretimiento de los
hielos polares y de planicies de altura amenaza con una liberación de alto
riesgo de gas metano, y la descomposición de la materia orgánica congelada
podría acentuar todavía más la emanación de anhídrido carbónico. A su vez, la
pérdida de selvas tropicales empeora las cosas, ya que ayudan a mitigar el
cambio climático. La contaminación que produce el anhídrido carbónico aumenta
la acidez de los océanos y compromete la cadena alimentaria marina. Si la
actual tendencia continúa, este siglo podría ser testigo de cambios climáticos
inauditos y de una destrucción sin precedentes de los ecosistemas, con graves
consecuencias para todos nosotros. El crecimiento del nivel del mar, por ejemplo,
puede crear situaciones de extrema gravedad si se tiene en cuenta que la cuarta
parte de la población mundial vive junto al mar o muy cerca de él, y la mayor
parte de las megaciudades están situadas en zonas costeras.
25. El cambio climático es un problema global con
graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y
políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la
humanidad. Los peores impactos probablemente recaerán en las próximas décadas
sobre los países en desarrollo. Muchos pobres viven en lugares particularmente
afectados por fenómenos relacionados con el calentamiento, y sus medios de
subsistencia dependen fuertemente de las reservas naturales y de los servicios
ecosistémicos, como la agricultura, la pesca y los recursos forestales. No
tienen otras actividades financieras y otros recursos que les permitan
adaptarse a los impactos climáticos o hacer frente a situaciones catastróficas,
y poseen poco acceso a servicios sociales y a protección. Por ejemplo, los
cambios del clima originan migraciones de animales y vegetales que no siempre
pueden adaptarse, y esto a su vez afecta los recursos productivos de los más
pobres, quienes también se ven obligados a migrar con gran incertidumbre por el
futuro de sus vidas y de sus hijos. Es trágico el aumento de los migrantes
huyendo de la miseria empeorada por la degradación ambiental, que no son
reconocidos como refugiados en las convenciones internacionales y llevan el
peso de sus vidas abandonadas sin protección normativa alguna. Lamentablemente,
hay una general indiferencia ante estas tragedias, que suceden ahora mismo en
distintas partes del mundo. La falta de reacciones ante estos dramas de
nuestros hermanos y hermanas es un signo de la pérdida de aquel sentido de responsabilidad
por nuestros semejantes sobre el cual se funda toda sociedad civil.
26. Muchos de aquellos que tienen más recursos y
poder económico o político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los
problemas o en ocultar los síntomas, tratando sólo de reducir algunos impactos
negativos del cambio climático. Pero muchos síntomas indican que esos efectos
podrán ser cada vez peores si continuamos con los actuales modelos de
producción y de consumo. Por eso se ha vuelto urgente e imperioso el desarrollo
de políticas para que en los próximos años la emisión de anhídrido carbónico y
de otros gases altamente contaminantes sea reducida drásticamente, por ejemplo,
reemplazando la utilización de combustibles fósiles y desarrollando fuentes de
energía renovable. En el mundo hay un nivel exiguo de acceso a energías limpias
y renovables. Todavía es necesario desarrollar tecnologías adecuadas de
acumulación. Sin embargo, en algunos países se han dado avances que comienzan a
ser significativos, aunque estén lejos de lograr una proporción importante.
También ha habido algunas inversiones en formas de producción y de transporte
que consumen menos energía y requieren menos cantidad de materia prima, así
como en formas de construcción o de saneamiento de edificios para mejorar su
eficiencia energética. Pero estas buenas prácticas están lejos de
generalizarse.
II. La cuestión del agua
27. Otros indicadores de la situación actual tienen
que ver con el agotamiento de los recursos naturales. Conocemos bien la
imposibilidad de sostener el actual nivel de consumo de los países más
desarrollados y de los sectores más ricos de las sociedades, donde el hábito de
gastar y tirar alcanza niveles inauditos. Ya se han rebasado ciertos límites
máximos de explotación del planeta, sin que hayamos resuelto el problema de la
pobreza.
28. El agua potable y limpia representa una
cuestión de primera importancia, porque es indispensable para la vida humana y
para sustentar los ecosistemas terrestres y acuáticos. Las fuentes de agua
dulce abastecen a sectores sanitarios, agropecuarios e industriales. La
provisión de agua permaneció relativamente constante durante mucho tiempo, pero
ahora en muchos lugares la demanda supera a la oferta sostenible, con graves
consecuencias a corto y largo término. Grandes ciudades que dependen de un
importante nivel de almacenamiento de agua, sufren períodos de disminución del
recurso, que en los momentos críticos no se administra siempre con una adecuada
gobernanza y con imparcialidad. La pobreza del agua social se da especialmente
en África, donde grandes sectores de la población no acceden al agua potable
segura, o padecen sequías que dificultan la producción de alimentos. En algunos
países hay regiones con abundante agua y al mismo tiempo otras que padecen grave
escasez.
29. Un problema particularmente serio es el de la
calidad del agua disponible para los pobres, que provoca muchas muertes todos
los días. Entre los pobres son frecuentes enfermedades relacionadas con el
agua, incluidas las causadas por microorganismos y por sustancias químicas. La
diarrea y el cólera, que se relacionan con servicios higiénicos y provisión de
agua inadecuados, son un factor significativo de sufrimiento y de mortalidad
infantil. Las aguas subterráneas en muchos lugares están amenazadas por la
contaminación que producen algunas actividades extractivas, agrícolas e
industriales, sobre todo en países donde no hay una reglamentación y controles
suficientes. No pensemos solamente en los vertidos de las fábricas. Los
detergentes y productos químicos que utiliza la población en muchos lugares del
mundo siguen derramándose en ríos, lagos y mares.
30. Mientras se deteriora constantemente la calidad
del agua disponible, en algunos lugares avanza la tendencia a privatizar este
recurso escaso, convertido en mercancía que se regula por las leyes del
mercado. En realidad, el acceso al agua potable y segura es un derecho
humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de
las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás
derechos humanos. Este mundo tiene una grave deuda social con los pobres
que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarles el derecho
a la vida radicado en su dignidad inalienable. Esa deuda se salda en parte
con más aportes económicos para proveer de agua limpia y saneamiento a los
pueblos más pobres. Pero se advierte un derroche de agua no sólo en países
desarrollados, sino también en aquellos menos desarrollados que poseen grandes
reservas. Esto muestra que el problema del agua es en parte una cuestión
educativa y cultural, porque no hay conciencia de la gravedad de estas
conductas en un contexto de gran inequidad.
31. Una mayor escasez de agua provocará el aumento
del costo de los alimentos y de distintos productos que dependen de su uso.
Algunos estudios han alertado sobre la posibilidad de sufrir una escasez aguda
de agua dentro de pocas décadas si no se actúa con urgencia. Los impactos
ambientales podrían afectar a miles de millones de personas, pero es previsible
que el control del agua por parte de grandes empresas mundiales se convierta en
una de las principales fuentes de conflictos de este siglo[23].
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