VII. Diversidad de opiniones
Finalmente, reconozcamos que se han desarrollado
diversas visiones y líneas de pensamiento acerca de la situación y de las
posibles soluciones. En un extremo, algunos sostienen a toda costa el mito del
progreso y afirman que los problemas ecológicos se resolverán simplemente con
nuevas aplicaciones técnicas, sin consideraciones éticas ni cambios de fondo. En
el otro extremo, otros entienden que el ser humano, con cualquiera de sus
intervenciones, sólo puede ser una amenaza y perjudicar al ecosistema mundial,
por lo cual conviene reducir su presencia en el planeta e impedirle todo tipo
de intervención. Entre estos extremos, la reflexión debería identificar
posibles escenarios futuros, porque no hay un solo camino de solución. Esto
daría lugar a diversos aportes que podrían entrar en diálogo hacia respuestas
integrales.
CAPÍTULO SEGUNDO
EL EVANGELIO DE LA CREACIÓN
62. ¿Por qué incluir en este documento, dirigido a
todas las personas de buena voluntad, un capítulo referido a convicciones
creyentes? No ignoro que, en el campo de la política y del pensamiento, algunos
rechazan con fuerza la idea de un Creador, o la consideran irrelevante, hasta
el punto de relegar al ámbito de lo irracional la riqueza que las religiones
pueden ofrecer para una ecología integral y para un desarrollo pleno de la
humanidad. Otras veces se supone que constituyen una subcultura que simplemente
debe ser tolerada. Sin embargo, la ciencia y la religión, que aportan
diferentes aproximaciones a la realidad, pueden entrar en un diálogo intenso y
productivo para ambas.
I. La luz que ofrece la fe

64. Por otra parte, si bien esta encíclica se abre
a un diálogo con todos, para buscar juntos caminos de liberación, quiero
mostrar desde el comienzo cómo las convicciones de la fe ofrecen a los
cristianos, y en parte también a otros creyentes, grandes motivaciones para el
cuidado de la naturaleza y de los hermanos y hermanas más frágiles. Si el solo
hecho de ser humanos mueve a las personas a cuidar el ambiente del cual forman
parte, «los cristianos, en particular, descubren que su cometido dentro de la
creación, así como sus deberes con la naturaleza y el Creador, forman parte de
su fe»[36].
Por eso, es un bien para la humanidad y para el mundo que los creyentes reconozcamos
mejor los compromisos ecológicos que brotan de nuestras convicciones.
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[35] Id., Catequesis (17 enero 2001), 3: L’Osservatore Romano, ed. semanal en
lengua española (19 enero 2001), p. 12.
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