HOY CELEBRAMOS EN LA ORDEN DE SAN AGUSTÍN
NUESTRA SEÑORA
MADRE DE LA
CONSOLACIÓN
Patrona de la Orden
Solemnidad

Dulce
Madre del consuelo,
dulce Madre del amor,
oye, oh Virgen, desde el
cielo
la plegaria del dolor.
Como herida la paloma
busca ansiosa el blando
nido,
el corazón dolorido
vuela a tu seño a
llorar.
Tú sola entiendes, oh
Madre,
sus quejas y su
quebranto.
Tú sola secas su llanto,
tú sola ves su penar.
¡Oh, qué dulce es,
Virgen pura,
en las tormentas del
alma,
hallar la perdida calma
tu semblante al descubrir!
¡Oh, qué dulce es la
vida
en el triste desconsuelo
alzar los ojos al cielo
y contigo sonreír!
Eres tú, Virgen bendita,
fuente
de eterna alegría,
Madre de Dios, Madre
mía,
santo emblema del dolor.
Rico panal que labraron
los ángeles en el cielo,
dulce Madre del
consuelo,
dulce Madre del amor.
Amén.
Del
Tratado de la Corona de Nuestra Señora, de san Alonso de Orozco, presbítero
(10,4, Opera Omnia. III, Madrid 1736,
163-164)
María
al pie de la Cruz invita a todos para consolarlos
Vengan a mí todos los que trabajan y llevan
cargas pesadas y yo los consolaré. Nuestro Salvador piadoso dijo estas palabras
llamando a todos los afligidos y que padecen trabajos, porque él es el único
remedio y consuelo nuestro y tiene caudal bastante para remediar a todos. Más,
océano es de donde salen todos los ríos de misericordia, y no se agota ni puede
agotarse; el mundo llama apara atormentar a los que le siguen, sólo Jesucristo,
padre de las misericordias, atrae benignamente a sí e invita a los que sufren
para recrearlos y perdonarlos.
Nuestra Señora, madre de misericordia, imitando
a precioso hijo, toma las mismas palabras y dice: “Ea, cristianos atribulados,
vengan a mí, que yo los recrearé, aquí donde me ven, al pie de la cruz de mi
hijo. Si vinieren, llamándome con fe y amor, seré su amparo. Vengan todos los
estados, que mi sagrado hijo por todos quiso que yo pasase, para que todos
hallasen descanso. Vengan las vírgenes, que yo perpetua virginal pureza guardé.
Vengan los casados, que yo tuve por esposo al santo José. Bien sabré
compadecerme de las madres que perdieron sus hijos con gran dolor, pues delante
de mis ojos veo morir a mi hijo amado, Salvador del mundo. Vengan éstas
también”.

Oración
Padre de las misericordias, que
por la bienaventurada Virgen María enviaste al mundo el consuelo prometido por
los profetas, tu Hijo Jesucristo, concédenos, por su intercesión, que podamos
recibir tus abundantes consolaciones y compartirlas con los hermanos. Por
nuestro Señor Jesucristo.
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