PATRONA DE LA PROVINCIA NUESTRA SEÑORA DE GRACIA DE COLOMBIA
En la memoria de nuestra Señora de Gracia, la saludamos diciendo: Eres tú, Virgen María, Madre del perdón, de la gracia y la esperanza del mundo. María Madre de gracia es el título más antiguo en el culto mariano de la Orden Agustiniana. Cuando el ángel Gabriel le presentó a María los planes de salvación y de maternidad que Dios había dispuesto para ella, lo hizo con el saludo “Dios te salve María, llena eres de gracia”. Una antigua oración, muy querida por el pueblo cristiano -conocida como el Acordaos–, se atreve a afirmar que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a la intercesión de María haya sido abandonado por ella.
Oremos
unos momentos a Nuestra Señora de Gracia
Señor, que nos has recreado en las fuentes de la vida, concédenos, por intercesión de la Virgen María, que ha merecido llevar el rescate del mundo, gozar siempre de tu gracia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración
de los fieles
Dios, Padre
de los pobres y de los humildes, ha elegido a María para templo de su gloria. A
Él dirigimos nuestra oración confiada.
Que la
llena de Gracia interceda por nosotros.
– Por los
pastores de la Iglesia; para que, formados en la escuela de María, Reina de los
Apóstoles, sean fieles mensajeros de la Palabra de Dios y dispensadores
incansables de su misericordia: roguemos al Señor.
– Por todos
los cristianos; para que, encontrando en María la fuente de la alegría, vivan
con autenticidad su propia vocación, danto testimonio de fidelidad al mandato
del amor: roguemos al Señor.
– Por las
familias; para que mantengan y propaguen el sentido cristiano de la vida, eduquen
a sus hijos en la fidelidad al Evangelio y favorezcan la llamada a la vida
consagrada y sacerdotal: roguemos al Señor.
– Por los
pobres y los que sufren; para que, experimentando el misterio de la cruz,
sientan también la presencia cercana y maternal de María: roguemos al Señor.
– Por
nosotros, aquí reunidos; para que, guardando la Palabra que hemos escuchado,
seamos servidores y testigos del reino entre la humanidad: roguemos al Señor.
Acoge, Padre, nuestras súplicas y derrama sobre nosotros la luz de tu Espíritu,
para que, a ejemplo de la Virgen María, sepamos glorificar tu nombre con la
santidad de la vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Se rezan
tres avemarías y un gloria.
Oración
Oh Dios,
que en el plan arcano de tu providencia quisiste entregar por la Bienaventurada
Virgen María al autor de la gracia; concede a cuantos invocamos a María Madre
de Gracia, que ella nos lleve al puerto de la salvación. Por nuestro Señor
Jesucristo.
APUNTE HISTÓRICO
El título
de Nuestra Señora de Gracia tiene sus orígenes en el saludo que el ángel
Gabriel hace a María en Nazaret. “Alégrate, favorecida –agraciada–,el Señor
está contigo”(Lc 1,28). El emisario de Dios presenta a María, una joven
nazarena, los planes de maternidad y de salvación que Dios tiene sobre ella. Para
los cristianos esta advocación subraya la preferencia de Dios sobre María. Madre
del mediador Jesús, es también madre del autor de la gracia y dispensadora de
gracia.
Sobre el
porqué la Orden de San Agustín venera a la Virgen de Gracia, sabemos que es el
título más antiguo en el culto mariano de la Orden. Fue norma común que las
órdenes mendicantes, a raíz de su institucionalización apostólica, recuperaran
devociones ya establecidas en el corazón de los cristianos y las actualizasen. Probablemente
sea ésta una explicación verosímil de lo que aconteció con la Orden Agustiniana
y la advocación de Nuestra Señora de Gracia. Prueba de ello es que ya en el
Capítulo General de Orvieto (1284) se reza la oración Bendita tú, en honor de
la Virgen de Gracia.
Otra
noticia históricamente documentada es del año 1401 y se refiere a una cofradía
con este título, establecida en los conventos agustinianos de San Agustín y
Nuestra Señora de Gracia en Valencia (España) y Lisboa (Portugal), respectivamente.
A partir del siglo XVI la devoción adquirió gran difusión en toda la Orden; contribuyó
a ello que se comenzaran a edificar conventos bajo este título mariano en
Italia y América Latina. En 1806, el Papa Pío VII, a instancias del venerable
José Bartolomé Menochio (1741-1823) –Sacrista pontificio y confesor del Papa– y
del Vicario General, concedió a la Orden de San Agustín facultad para incluir
en su liturgia la festividad en honor de la Virgen Nuestra Señora de Gracia.
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