ORACIÓN A LA VIRGEN DE LA SALUD

¡Virgen María, Madre de la Salud! Tu Hijo divino te encargó que fueras también Madre de todos los hombres. Desde entonces, con admirable fidelidad, has estado presente en la vida de la Iglesia y de cada uno de sus hijos; como ejemplar de todas las virtudes personales y comunitarias; como medianera nuestra ante Dios, y como madre de la vida divina que Cristo nos comunica.
Tú conoces nuestros sufrimientos y problemas, nuestras infidelidades y caídas. A ejemplo tuyo y con tu ayuda, aceptamos el plan de nuestro Padre Celestial que, en Cristo y por el Espíritu Santo quiere salvarnos a través de las pruebas y sufrimientos de la vida temporal, hasta darnos la plenitud de su vida sin término. Amén.

domingo, 5 de abril de 2015

¡ALELUYA! CRISTO HA RESUCITADO



Cristo ha resucitado, alegrémonos porque con él hemos vencido, participamos de su victoria. Muramos al pecado y resucitemos a una vida nueva. La tumba está vacía, Cristo vive, no busquemos un difunto, busquemos al Resucitado para que viva en nuestros corazones y transforme nuestras vidas.

"Siempre habéis de tener bien presente, hermanos, que Cristo fue entregado por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación, sobre todo en estos días que nos han recordado gracia tan grande, días en que la celebración anual no nos permite olvidar ese acontecimiento que tuvo lugar una sola vez. 

Iluminados por la fe, fortalecidos por la esperanza e inflamados por la caridad, asistamos a las solemnidades temporales y suspiremos incesantemente por las eternas. Pues si Dios no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no iba a darnos todo con él? Cristo sufrió la pasión; muramos al pecado; Cristo resucitó; vivamos para Dios; Cristo pasó de este mundo al Padre: no se apegue aquí nuestro corazón, antes bien sígale al cielo; nuestra cabeza pendió del madero: crucifiquemos la concupiscencia de la carne; yació en el sepulcro: sepultados con él, olvidemos el pasado; está sentado en el cielo; transfiramos nuestros deseos a las cosas sublimes; ha de venir como juez: no llevemos el mismo yugo que los infieles; ha de resucitar también los cadáveres de los muertos: merezcamos la transformación del cuerpo transformando la mente; pondrá a los malos a su izquierda y a los buenos a su derecha: elijamos nuestro lugar con las obras; su reino no tendrá fin: no temamos en absoluto el fin de esta vida. Toda la enseñanza para obtener nuestra paz está en aquel por cuyas llagas hemos sido sanados". (San Agustín, Sermó 229D).

QUE DIOS BENDIGA A TODOS POR MEDIO DE SU HIJO RESUCITADO Y LOS LLENE DE GRAN ALEGRÍA. 

FELICES PASCUAS